La Caputxeta canvia de color i això no és tot. Un conte realment a l'inrevés, on les aparences enganyen i les lliçons morals resten posposades per la descripció d'actuacions gens modèliques, però reals. Un llop amb remordiments per haver-se cruspit a l'àvia mitjançant procediments poc "naturals" i que sembla no poder evitar ser dolent. Un caçador que no sembla tenir gaire decisió enfront de la seva dona, la Caputxeta. Una Caputxeta que poc té de desvalguda noieta i menys de pobrisona, sobretot al final del conte.
Hi ha una certa ironia en aquest conte inventat per l'Estefania i la Macarena. Un conte que sembla complaure's en invertir els termes de les relacions entre els personatges fent-les curiosament intel.ligibles.
CAPERUCITA VERDE PISTACHO
Había una vez una joven que se llamaba Caperucita Verde Pistacho. Se casó con el cazador que le salvó la vida en otro cuento que todos conocéis. Vivían en una pequeña casa de madera, muy acogedora, al lado del río.
Un día se pelearon porque Caperucita quería ir a comer a la marisquería y el cazador quería ir a comer a Pizza Fiore. Caperucita, harta del cazador, se fue sola a la marisquería, pidió un salmón a la plancha para llevar y se quedó en el bosque comiéndoselo. Entonces apareció el lobo con su chaqueta de cuero y sus gafas de aviador “Ray Ban” y le habló con insinuante sensualidad.
“-Caperucita, ¿Qué haces tú sola en el bosque comiéndote un salmón a la plancha?”
Caperucita le respondió:
“-¡A ti que te importa, lobo de pacotilla!”
A lo que el lobo contestó:
“-¡Uy! ¡Qué borde estás! Y oye, si estás enfadada no lo pagues conmigo”
Caperucita acabó de comerse el salmón y le explicó:
“-Es que tengo problemas...-” le dijo Caperucita.
El lobo interrumpió interesado:
“-Cuenta, cuenta, no te cortes...”
Entre otros muchos problemas, Caperucita le explicó que antes de casarse con el cazador, cuando eran novios, había tenido un romance con Robín Hood.
El lobo respondió:
“-¡Ajá! ¡Eso era justo lo que quería saber!.”
Entonces preguntó Caperucita muy sorprendida:
“-¿Pero qué dices, zoquete ?”
El lobo con tono amenazador respondió así:
“-Ahora tendrás que hacer todo lo que yo te diga o si no se lo diré al cazador.”
Caperucita no sabía que hacer:
“-¿Por qué me haces esto? ¡Sinvergüenza!”
El lobo explicó entonces el remordimiento que tenía por lo que había pasado con la abuela de la Caperucita. Antes de comérsela, había puesto en el té unas diez pastillas para que se intoxicara y tuviera gastroenteritis. El lobo no se acababa de recuperar de lo sucedido.
Tras escuchar esto Caperucita respondió:
“-¡Madre mía, sí que eres rencoroso! Pero, en fin, tendré que hacer lo que tú me digas, para que no te chives sobre lo que te he contado.”
Pasaron los días y Caperucita se vio obligada a hacer lo que el lobo le pedía y que no era gran cosa, pero que suponía ceder a su chantaje.
Un día, mientras el lobo estaba pescando en el río, se le cayó la chaqueta en el agua. Como había tanta corriente se la llevó y la perdió. Entonces el lobo le pidió a Caperucita que le comprara una nueva en un centro comercial, una chaqueta negra de una marca deportiva. Ella no tuvo más remedio que hacerlo.
Por el camino Caperucita, muy enfadada, chutó una piedra y le dio a un tipo con pinta de ser ricachón.
El ricachón se quedó inconsciente a causa de ello. Caperucita intentó sin resultados reanimarlo. Al ver que el hombre no respondía, se fijó en su maletín de color negro, de cuero y con una hebilla de oro. Caperucita miró si en el maletín llevaba el DNI y encontró una gran sorpresa... ¡Dentro de aquella misteriosa bolsa había un billón de euros! Sin pensárselo dos veces, le quitó el maletín y se quedó con el dinero. Como el bosque estaba desierto, nadie la vio.
Caperucita volvió a la cabaña y le contó al cazador que había encontrado un billón de euros tirados por el bosque.
“-Me quiero ir del bosque, quiero irme a un lugar muy lejano.”
Y el cazador le respondió:
“-¿No estás a gusto aquí?”
La Caperucita con tono soñador dijo:
“-Quiero recorrer mundo, tenemos dinero de sobra, así que nada nos lo impide.”
El cazador sorprendido preguntó:
“-Pero ¿dónde quieres ir!?”
“-Da igual. Cogemos el avión y ya veremos donde nos lleva…”- respondió ella.
“-Esta bien nos iremos hoy mismo. Hacemos las maletas y nos vamos para siempre.”
Caperucita, muy contenta, fue a hacer las maletas. Unas horas después, Caperucita iba montada en un Ferrari rojo camino del aeropuerto y vio al lobo. Al verlo empezó a hacerle muecas de todas las maneras posibles y el lobo enfadadísimo empezó a correr detrás del coche. El cazador pisó el acelerador a fondo y dejaron al lobo a leguas de distancia. Llegaron al aeropuerto, cogieron un vuelo a la India, se compraron una casa allí y se quedaron a vivir para siempre.
Comentaris